Compendio de todo esto de nada.

Mato y no muero, el poder que otorga la juventud porque son las horas que son y no puedo dormir; me estoy volviendo loca con tanto ulular.
Una calada, amarga o no, pero deseando que ellos de mayores se hagan conocidos para que todos puedan disfrutar de la dulzura que emanaban, porque hoy el café amargo supo dulce y hoy no hay música que satisfaga mis oídos.

La belleza de la simpleza...

...la ropa blanca tendida refulgía y el tren que se iba brillaba con luces de amanecer.

Y yo, mientras tanto, parada en mi silla contemplando todo y nada.




martes, 30 de junio de 2009

Fiestas no depravadas.

Acabo de llegar a un piso que no es mi piso y del cual no soy poseedora de ningún cuartucho, llego y veo, pienso, ¡ah! Pero… ¿pienso? Sí, pienso en ellos, eran desconocidos en una discoteca barata y donde dejan entrar a menores tan sólo con que vayan vestidos de negro, estos sujetos nada tenían que ver conmigo, yo no bailaba, pensaba, pero me encanta el sentimiento de unión que parece aflorar en tales sitios, donde todos son amigos; y ésa es básicamente la esencia de lo que quería expresar aquí, me hace dudar si soy un ser súper-social o súper-retraído, o una mezcla de ambas, no me puedo describir así, sólo sé lo que me encanta y lo que me desagrada. A pesar de que me desagrada pensar, no lo puedo evitar.

Perdón a todos, o a los dos que me leen, no escribo sobre cuestiones metafísicas ni nada parecido, tampoco sobre cosas cruciales, sólo quiero plasmar con la mayor sencillez posible qué siento en las cosas que hago cotidianamente para que me conozcan los que me quieran conocer, sólo busco que mi propósito se vea realizado. Y es por ello que reniego de las palabras grandilocuentes, si no salen, o simplemente porque las desconozco, ni tono exacerbado ni nada parecido, porque no soy escritora ni oradora; soy, en sí, Laura.

Mararía, ¿has visto? Ya no soy un número con huellas dactilares, ahora me llaman y me designo, Laura.

P.D.: me encantan los nombres que contienen la “r”, tienen una sonoridad incomparable.

1 comentarios:

Ágape dijo...

Mi nombre no tiene R. Qué gran desgracia la mía :(

Otro texto que me encanta.